lunes, 22 de julio de 2013

   A ser feliz se aprende. Es una actitud. Un ejercicio de inteligencia emocional. Para ello solo debemos estar dispuestos a hacerlo. No hay soluciones mágicas. La  magia es el propio proceso en sí y la capacidad de nuestro cerebro para reeducarse a si mismo.
Se puede pasar por la vida desde el nacimiento a la muerte, enredado en los quehaceres mundanos. Crecer, aprender los mecanismos del caos y del conflicto de las sociedades tanto modernas como primitivas. Dejarnos embaucar por el lujo material, la burocracia. La diversidad de ideas caóticas, llenas de contrasentido, hasta caer presos del pensamiento que se limita en la carne, los huesos, la tierra. Casarnos, tener hijos, trabajar mucho, descuidarnos físicamente, olvidar que hubo un día en que amábamos a la persona con la que compartimos la vida. Llenar las necesidades de atención de  nuestros hijos con dinero y comodidades materiales. Envejecer  y morir cansados, tristes, enfadados por una vida sin sentido, sin pasión, sin inteligencia, sin amor. Sin conocer la verdadera dimensión mental, ni espiritual que como seres humanos tenemos. La luz que llevamos dentro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario